Monday, April 27, 2009

La gavia

La gavia.

ROBERTO HURTADO

La Gavia, lleva este nombre un volcancito, un cerro y un ranchito, Localizados al Oriente de la ciudad de Cortázar, en el estado de Guana-juato, frente al cerro de Culiacán. El ranchito esta enclavado en una cañada protegido por otros cerros, es de las poblaciones más altas del bajío, desde la cima se alcanza a ver Celaya, Salamanca y León, se domina todo el bajío. Allí existió una hacienda y se construyeron cuatro torreones de los cuales solo quedan dos. La gente se dedica a la agricultu­ra de temporal y a la ganadería en pequeño, sus casas son de piedra, una que otra de tabique y tejas, sus calles están empedradas algunas, otras son veredas que unen corrales. Las mañanas son frías, las noches, cuando no sopla el viento, son agradables.
A la gente le gusta contar historias de brujas y aparecidos. Precisa­mente mi Tío Chelo me contó que cuando venía de una jugada, vio junto al arroyo a una mujer muy bonita, con un vestido blanco escotado y el pelo suelto, lavaba en la noche que era de luna llena, ya tenía varias sábanas y ropa tendida entre la huizachera cuando la vio y ella levanto la vista, espoleó al caballo y le chifló para que caracoleara, este obedeció pero mas que caracolear estaba encabritado, y mi tío no notó la diferencia. Cuando estuvo cerca de la mujer le echó un piropo, le dijo: ¿Qué hace tan sola mi alma, y tan lejos del rancho? Vengase, yo la acerco, mire nomás con tan lindo cuerpo no la vayan a asaltar y se la roben. No avanzó unos metros el caballo cuando mi tío vio que la mujer rápidamente, de una brazada recogió la ropa y se le desapareció, pero sintió que en la grupa alguien había subido y le rodeaba con sus brazos la cintura, olio al principio un perfume que después se confundió con otro olor desagradable, penetrante, también escucha un rechinido como cuando choca el cuero viejo con otro cuero. Sin soltar la rienda, con la otra mano quiso acariciar el muslo de la mujer pero al levantarle la falda miro una pierna flaca y con escamas, además no traía zapatos y terminaba en pezuña, dice que le dio un escalofrió y solo dijo: ¡Ave María Purísima, líbrame de este demonio!... y cayó al suelo. En la mañana lo encontraron inconsciente y el caballo al lado, dedujeron que iba borracho y se había caído; lo levantaron y lo llevaron a casa de Tía Mace, la que lo cuido. Al despertar, grito tan fuerte que asustó a los que lo rodeaban, dicen que dijo: "Madre MÍA, no me dejes en manos de esta diabla, líbra­me señora, virgen bendita" y abriendo los ojos exclamó: ¿Pos qué paso? ¿No estoy en el infierno? y la Tía Mace, le arrojo en la cara agua de una olla y le dijo: Si como no, aun no estas pero no falta mucho para que lo estés con esa vida que llevas, si es que no te arrepientes, ¿Pero donde has andado? Tenemos días sin verte, condenado.

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