Wednesday, July 08, 2009

AUSENCIA DE DIOS






Digamos que te alejas definitivamentehacia


el pozo de olvido que prefieres,


pero la mejor parte de tu espacio,


en realidad la única constante de tu espacio,


quedará para siempre en mí, doliente,


persuadida, frustrada, silenciosa,


quedará en mí tu corazón inerte y sustancial,


tu corazón de una promesa única


en mí que estoy enteramente solo sobreviviéndote.





Después de ese dolor redondo y eficaz,


pacientemente agrio, de invencible ternura,


ya no importa que use tu insoportable ausencia


ni que me atreva a preguntar si cabes


como siempre en una palabra.





Lo cierto es que ahora ya no estás en mi noche


desgarradoramente idéntica a las otras


que repetí buscándote, rodeándote.


Hay solamente un eco irremediable


de mi voz como niño, esa que no sabía.





Ahora qué miedo inútil, qué vergüenza


no tener oración para morder,


no tener fe para clavar las uñas,


no tener nada más que la noche,


saber que dios se muere, se resbala,


saber que dios retrocede con los brazos cerrados,


con los labios cerrados, con la niebla,


como un campanario atrozmente en ruinas


que desandara siglos de ceniza.





Es tarde. Sin embargo yo daría


todos los juramentos y las lluvias,


las paredes con insultos y mimos,


las ventanas de invierno, el mar a veces,


por no tener tu corazón en mí,


tu corazón inevitable y doloroso


en mí que estoy enteramente solo


sobreviviéndote.

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