A veces,
apago la luz,
me recuesto sobre el suelo
y escucho cada latido de la tierra,
cada viento que provocan las alas
de nocturnos insectos
y los grillos saben cuando estoy triste;
dejo que me habiten todos los pasos
que me ignoren todas las voces,
incluso permito
que el sueño
no tenga necesidad de mí.
La noche viene a mí y me acaricia,
no le respondo,
visto mis ojos de negro,
negros también mis pensamientos
y me confundo con ella.
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“Del mar, también del mar.”
Jaime Sabines
Sueño.
Desde la lluvia,
desde la piel de barro con estrellas,
desde mi sangre y
mi soledad.
He huido del mar;
he escapado
entre moras y alcachofas que descienden
como gritos sembrados en la arena.
Desde el llanto en las piedras,
de la muerte sin piel
y de la sed de piel de la muerte.
He forjado un grito oscuro,
un lamento incandescente
a punto de partir.
Porque la vida Sabines, tiene
reflejos y soledades, viejos vientos
que mueren escapando
desde el día de ayer.
José Francisco Moreno