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Cuando niños jugábamos
los veranos a cazar
con inaudita crueldad
luminosas mariposas
Tendiámoles trampas
a su vuelo hasta herir
nuestras pupilas
con tanta ala y colores
en la hierba caídos
Queríamos reconstruir
aquellos mundos luego
entre la respiración de la arcilla
Orábamos por sus almas volátiles
-pequeñísimas antorchas-
en el fulgor de los sueños
Miguel Ángel Méndez.
Rosas
Vivo aquí, bajo el cielo roto,
donde es día el sol
y noche la luna,
donde cientos de rostros
tienen miradas descendentes
y el cuerpo olvida que es mortal.
Aquí,
los sueños parecen estrellas
y bajan al mar por las noches,
se saben gigantes
y arrastran olas
entre la voz timbrante de su sombra.
Pero hay veces
que el cielo baja sin estrellas,
sumerge al mar su profunda sombra
y bebe lunas
sueños
y pájaros muertos.
Han de ser mis ojos los oscuros
mis lágrimas la lluvia
y las rosas,
el viento que cubre las heridas
de el atardecer.
J. Francisco Moreno.